benedicite

Documentos y reflexiones de una cristiana

2005/03/31

Oración por la dignidad humana

Trabajar por la dignidad humana

Señor de la libertad y del amor, nos duele saber que cada año más de un millón de personas son víctimas de la trata y de la esclavitud.

Los efectos de la trata de los seres humanos son visibles en cada uno de los 180 países en los que muchos religiosos prestan su servicio.

Nos apena esta realidad que tendrá repercusiones devastadoras para las generaciones venideras.

Nuestros corazones se sienten tristes por lo que nuestras mentes a duras penas alcanzan a comprender, sobre todo cuando oímos hablar de mujeres, hombres y niños que son engañados y transportados a lugares desconocidos.

Nos damos cuenta de que la explotación sexual y económica es causada por la avidez humana y para generar ingresos.

Estamos profundamente afligidos y turbados ante el hecho de que la dignidad humana sea pisoteada a través del engaño y de la amenaza del uso de la fuerza.

Ayuda a los transgresores a transformarse e iluminarse para que se den cuenta de la gravedad de sus injustas acciones.

Haz que vean el valor y la dignidad de todo ser humano

Al servicio de los pobres en el espíritu de paz y justicia, debemos protestar contra estas atrocidades y trabajar contra la práctica humillante de la trata de los seres humanos.

Señor de la Vida, concede la fuerza a aquéllos cuyos corazones están despedazados y cuyas vidas han sido desarraigadas.

Danos la luz, la gracia y el valor de trabajar contigo a fin de que todos podamos participar de la bondad de la creación.

Llénanos de la sabiduría y del valor necesarios para ser solidarios de las víctimas de la trata, de suerte que todos podamos gozar de las libertades y derechos cuya fuente reside en tu Hijo, nuestro Señor Jesucristo, que contigo vive y reina en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.

Amén

( Adaptación de una oración de la hna. Genevieve Cassani )

El Poder del Miedo

Extraído de las cartas al director de Religión digital

El Poder del Miedo El razonamiento va así: cuatro cosas, y al parecer sólo cuatro, tienen poder sobre la voluntad humana. Dos tienen que ver con alcanzar bienes, a saber, la necesidad y el placer; las otras dos tienen que ver con apartar los males, y son: el miedo y la ira. A los pueblos y a los grupos humanos se les gobierna con esos cuatro hilos: proveyendo a las necesidades, trayendo bienestar, dándoles qué temer y mostrándoles enemigos despreciables.

Ahora bien, mientras que es muy presentable que un gobierno hable de cómo cubre las necesidades o cómo trae bienestar, no es tan fácil tratar los temas del miedo y de la ira, porque lo primero nos obliga a reconocer debilidad y lo segundo nos acerca a lo más animal de nuestro ser, es decir, la saña, la violencia, la crueldad. El recurso para manejar estas dos dimensiones es usualmente el contexto de la guerra. Mostrar un peligro grande produce miedo; decir que vamos a derrotarlo convoca las fuerzas pasionales de la ira, aunque de modo civilizado. En este sentido, todos los que quieren naciones fuertes y unidas necesitan de la guerra.

El proceso entonces es: mostrar amenaza, que da un lugar socialmente aceptable al miedo, y luego encauzar el miedo a través del combate. Al fin y al cabo, no es mal negocio pasar de ser un asustado a ser un héroe.

Puedo apostar que muchos de quienes esto lean están pensando en los Estados Unidos de América. Y sí: creo que estas teorías se aplican muy bien a ese caso. Pero también a Europa. Voy a sostener que el miedo es inquilino permanente de estas calles y que, lo mismo que en el estilo de Derechas del tejano Bush, las Izquierdas y Progresías Europeas manejan el miedo a su propio modo.

Si la Iglesia Católica es, según encuestas recientes, la institución menos confiable para los universitarios, en buena parte se debe al poder de una riada mediática que sólo sabe asociar con religión con todo lo perverso: fundamentalismo, guerras de religión, inquisiciones crudelísimas, cruzadas perversas, y para peor de lo peor: una banda de hipócritas homosexuales que por el simple temor a perder sus privilegios son incapaces de "salir del armario," como lo hace la gente civilizada. Después de años de recibir ese mensaje cualquiera desconfía, ¿y qué es la desconfianza sino el nombre social del miedo?

La omisión deliberada del cristianismo en la Constitución Europea, cosa que en sí misma es un exabrupto académico, brota del miedo también. Esa omisión es un intento, por ahora exitoso, de minimizar el significado de Cristo, pero, si miramos bien, sobretodo es el esfuerzo de neutralizar la injerencia de la Iglesia. No se quiere que la Iglesia Católica pueda influir públicamente. Si a un europeo común le preguntamos por qué, la respuesta de nuevo denota miedo: las guerras de religión.

El miedo al terrorismo ha sido presentado como un motivo de unidad de acción entre los Estados "Unidos" de América. La unión entre los Estados de la Unión Europea cultiva sus propios miedos: pobreza o escasez; el totalitarismo; una plaga (cáncer, sida, armas químicas, alimentos transgénicos); guerras de religión; la catástrofe ecológica o el calentamiento global; la insignificancia en la economía con la consabida dependencia; el avance de los inmigrantes, sobre todo musulmanes, las incertidumbres de un sistema pensional que se sabe que va a colapsar, y un largo etcétera.

Sin embargo, no es suficiente que haya peligros. Ello solo no basta para producir miedo, a menos que la persona se sienta desvalida. Pero es un hecho que la sensación de desvalimiento se está adueñando de una sociedad de solos y solas. Hay una combinación explosiva que está conduciendo a mucha gente al callejón del suicidio (y ya se suicida más gente de la que muere en accidentes). Ese cóctel diabólico es: familia destrozada, anonimato urbano, mundo ya hecho, positivismo legal, agnosticismo religioso, filosofía de oídas, aislamiento afectivo, moral relativista, política pragmática y consumismo desbocado. Unos cuantos escarceos con la droga y alguna experiencia de sexo sin amor que merezca ese nombre y ya tienes listo a otro suicida.

Pero no todo miedo conduce al suicidio. Mucha gente se sostiene simplemente porque el cóctel no se le completa. Quizá les queda un soporte afectivo más o menos creíble; por ejemplo, y muy típicamente: amistades entrañables o una pareja llena de ternura.

Al abrigo de ese cariño, como en un refugio antiaéreo, la gente soporta el mal tiempo mirando con ojos estoicos cómo mueren tantas cosas. Junto a eso, un poco de sabor y de fiesta, a saber, algo o mucho de turismo, algo o mucho de diversión y una dosis de alta tecnología que haga creer en la lógica y la utilidad del mundo y del dinero.

No se piensa en el futuro, que da miedo, ni se añora un pasado que deja todos los sabores y enerva todas las incertidumbres. El presente, el aquí, el ahora, el abrazo, la noche de juerga, el sueldo en la mano: así se conjura la muerte por otro día más.

Sin embargo, están asustados; estamos asustados. No le hemos hecho caso a lo primero que nos dijo Juan Pablo II en Mayo de 1978: "Non abbiate paura! No tengáis miedo" El tiempo mostraré que ese saludo era el saludo de un profeta; alguien que conocía el terror en sus formas más inhumanas y sistemáticas (Nazismo, Comunismo ateo) pero también en la sutileza del confort engañoso y la sociedad del aborto y la eutanasia. Mal que le pese a tantos agnósticos, Dios dio un profeta en Karol Wojtila.

Fray Nelson Medina O.P.

2005/03/24

La Creación según Génesis

No me resisto a citar este texto extraído de los foros de El Testigo Fiel que acabo de leer:


Sí, efectivamente, las ideas cosmológicas que trae el poema de la Creación corresponden al conocimiento normal de la época, e incluso hay precedentes extrabíblicos, como el poema Enuma Elis, donde es posible encontrar también el mismo caos acuoso de donde van surgiendo por diferenciación los distintos elementos.

La época del poema bíblico de la Creación es un poco posterior a lo que preguntas, normalmente se lo ubica hacia el siglo V a.C., pero no cambia que el concepto cosmológico corresponde al de su época.
Hasta aquí todo bien.

(Dices:)
Si el Génesis se escribiera ahora sería más o menos:
"Hace entre 12.000 y 15.000 millones de años, Dios concentró toda la materia del Universo en una zona extraordinariamente pequeña del espacio, e hizo que explotara. La materia salió impulsada con gran energía en todas direcciones..."


De eso ya no estoy tan seguro... puede que sí, puede que no. Podría ser que el poeta optara por:


"Cuando aún no era posible contar los tiempos ni las edades
en el silencio cósmico cerrado de oscuridad,
sonaron siete trompetas
La primera trompeta fue una explosión de luz cegadora.
DO
La segunda trompeta anegó el caos y lo transformó en Límite.
RE
La tercera trompeta secó aguas y aguas dándoles Medida.
MI
La cuarta trompeta...
... etc...."


Dicho de otro modo: el Poema de la Creación utilizó el saber cosmológico de su época porque le resultaba lo suficientemente adecuado para decir por medio de ellos lo que quería decir, que no tiene que ver con ese saber cosmológico. Así que también podría usar otro saber, o no usar ninguno disponible e inventarse el que necesitara, que para eso es "poités", "hacedor".

El Poema de la Creación se resume en las dos primeras palabras:

En el principio CREÓ Dios -bereishit bará-

Lo que el poema poetiza es que nada de lo que parece sólido y autosustentando, o que parece solitario, en expansión y sin medida, o que parece seguro y cobijado, o que parece grande, o infinito, o pequeño, o aun minúsculo, parezca lo que parezca... nada de todo eso que llamamos "cosmos", sea cual sea la idea de cosmos que cultivemos, la griega, la babilónica, la hebrea, la latina, la renacentista, la científico-moderna, etc. nada de todo eso que llamamos cosmos lo es desde sí mismo.
Eso quiere decir la palabra "bará", "creó".

Eso tiene y no tiene que ver con el big-bang. Si se refiriera estrictamente a la cuestión de cómo se originaron las cosas en el cosmos, y aun el mismo cosmos, sería un mal escritor, porque el poeta habría elegido la peor forma, la más inadecuada para hablar "objetivamente" de las cosas. Y no es que en la época desconocieran el modo "informativo" de hablar de las cosas. Basta repasar el resto de la literatura de la época para ver que podían cultivar otras maneras mucho más "objetivas" de hablar del cosmos... lo que pasa es que si hubiera hablado de otra manera, se hubiera limitado a transmitirnos un saber cosmológico, que hubiera sido al cabo superado por nuestras teorías, como nuestras teorías serán superadas dentro de algún tiempo por las teorías de los que nos sucedan.

Eligió esa forma solemne, celebratoria, litúrgica, porque su poema no está hablando de cómo surgió el cosmos, sino que está, desde el limitado y finito mundo del hombre, entrando en sintonía con la gran Liturgia Cósmica, que en su aparentemente inmotivado movimiento universal, celebra al Creador. Y en esa celebración al Creador, como en toda liturgia, dejó también el modelo y los moldes de toda otra liturgia que el mundo bíblico pueda enseñarnos a celebrar: el valor de los tiempos finitos, con sus días todos iguales unos a otros y aparentemente monótonos, pero que sin embargo marcan el ritmo de un devenir humano que no es monótono, porque en ese devenir se puede producir en algún momento el unísono con el Creador; el lugar exacto, creado e inferior al hombre de todo eso que nos subyuga y nos pierde (los astros, y sus "influencias astrales", que el Poema reduce a dos luminarias al servicio de las fiestas humanas); y en medio de todo eso enuncia lo más enorme e incomprensible: que esto pequeño y limitado que somos nosotros es a la vez la única imagen que Dios acepta y avala... tal vez porque ya planeaba volverse pequeño y limitado, aunque no tanto quizás como lo obligaremos a llegar a ser este Viernes Santo.
A ese Misterio de los misterios no llega este poema: a que también el Viernes Santo era parte del Plan de Dios: "nadie me quita la vida, yo la doy porque quiero".

Que la gracia y el Amor que nos ungen muy especialmente en estos días pascuales nos instale en el corazón el constante "recuerdo de Dios"