benedicite

Documentos y reflexiones de una cristiana

2004/10/08

monacato

He leido en el blog de Hernan un pequeño resumen sobre la vida monástica actual en la Iglesia católica. Estaba bastante bien, y también la información que da Ignacio, aunque en pocos párrafos no puede matizar tantísimos aspectos de la vida monástica, tan abundante en contenidos y matices. Por esto he dejado este también pequeño, insuficiente y poco matizado mensaje de respuesta:

Creo que tendríamos que resituar y matizar muchas de las cosas que acabo de leer aportadas por Ignacio.

Primeramente, La Orden de los monjes de San benito, tiene todo el derecho a llamarse "orden", si miramos el significado de la palabra, mientras que a las instituciones más modernas se les llama casi siempre congregaciones. Orden podría significar un "estilo", "a la manera de". Es cierto que Roma obligó a los monjes a definirse como grupo religioso compacto, pero aceptando igualmente sus características, como la autonomía de los monasterios. En la misma época se independizan los cistercienses de los cistercienses trapenses, por el mismo motivo. Roma intentó dar forma "moderna" (congregaciones muy definidas en su vocación y practicas) al mundo monástico. Cosa que jamás ha pasado en la Iglesia Oriental.

Independientemente de los problemas y ventajas que haya traído, actualmente el mundo del monaquismo occidental (hay que decir que además del que sigue la Regla de S. Benito, existen tambien otros, como los cartujos, etc.) se sitúa, como toda la Iglesia actual, en una tensión entre la modernización y el retorno a los orígenes.

En último término, creo que los dos estilos pueden tener aspectos muy creativos mientras conserven el "espíritu monástico", aunque, como pasa en cualquier otro medio, no es cuestión aquí de denominación o de monasterio, o bien de estilo tradicional o moderno. El monje es, en último término, un cristiano que ha de desarrollar su vida espiritual en referencia a Jesucristo y al espíritu monástico de búsqueda del Absoluto que se enfrenta, como en cualquier otra época, a un medio ambiente más o menos favorable y al combate personal de vivir por Cristo, con Cristo y en Cristo.

De hecho, estoy convencida que nuestra época es buena para la vida monástica. Durante el siglo XX se ha extendido por todos los continentes, donde antes casi no había presencia alguna de la vida y espiritualidad monástica, principalmente en Africa y Sudamérica. También en Asia, donde es quizás muy necesaria la vida monástica en la Iglesia, en razón que la religiosidad oriental es esencialmente monástica. Vivir, más que hacer. Prufundizar, más que definir. Contemplar y unificar, más que examinar y clasificar.

En esta vida monástica actual hay una serie de factores positivos que pueden ayudar al monje y monja a realizar su vida espiritual con plenitud. Una más gran formación. Por tanto, más posibilidades de poder adquirir el espíritu monástico con fidelidad. Un sentido de la obediencia en el genuino sentido de "escuchar con el corazón", no la obediencia muerta de "hacer lo que mandan" y aguantar para "ganar el cielo". En cierta manera el monje está con mayor libertad para la fidelidad, pero también para la infidelidad. En último término es el monje el que escoge el camino de la Vida o el camino de la muerte.